Los mayas practicaban procesiones religiosas y sacrificios; estos últimos, de diversidad de clases, jugaban un decisivo papel religioso. Se trataba de verter la propia sangre, que brotaba de incisiones en los miembros o la lengua, o la de victimas animales (pájaros, peces, etc.) o humanas, o bien de ofrecer productos del campo, como maíz. En el sacrificio humano, que se realizaba con ocasiones de una desgracia o necesidad publicada y era poco frecuente, según las estelas 11 y 14 de piedras negras, se extraía el corazón de la victima sujeta de pies y manos. Los dioses de la lluvia recibían pequeñas ofrendas y, si se trataba de un sacrificio humano, preferían víctimas infantiles.
Las pirámides parecen haber sido monumentos funerarios, como vemos en el templo de las inscripciones de palenque, que fue dedicado al rey Pacal (siglo VII), su sarcófago contenía su esqueleto rodeado de adornos y piedras preciosas y, sobre la tapa, el árbol cósmico de los mayas, así como la figuración del camino hacia el mundo de los muertos. Seis hombres fueron obligados a acompañar al rey difunto y se enterraron a su lado.
0 comentarios:
Publicar un comentario